viernes, 14 de febrero de 2014

La partida de J. Vivaldo.


En el día de ayer Jorge Vivaldo dejó de ser el técnico de Comunicaciones. La decisión de no cumplir con su contrato fue tomada por él en forma unilateral.

Así finaliza un ciclo en el que el DT nunca le encontró la vuelta al equipo.  El juego desarrollado, previsible y carente de ideas, no logró entusiasmar al hincha.

Si bien estaba claro que su partida estaba vinculada a la  poco satisfactoria labor desplegada, nos encontramos con curiosas declaraciones de su parte: “había cosas que no me gustaron y por eso di un paso al costado”.

 Si es que existen esas “cosas” por ahora nos vamos a quedar con la duda. Nos merecíamos una mejor explicación de su partida.

Pocos DT como él contaron con el apoyo unánime de dirigentes e hinchas, y crearon tantas expectativas. Ese apoyo creció a límites insospechados luego de su firme y valorada postura ante los graves problemas institucionales del club. Eternamente agradecidos por esa actitud.

Jamás esbozó la mínima autocrítica sobre su labor.  El primer año recibió un equipo armado, unido y con grandes individualidades  (Otarola, Casini, Vacaría, Lamas, Rocaniere, Gianfelice, Staino, Demaio, entre otros)  y con buen juego colectivo. Aprovechó esta situación y con el “piloto automático”  tuvo un excelente comienzo de torneo. Luego casi todo fue apenas  mediocre. Su justificación no se hizo esperar “recibí un equipo armado por otro DT; yo no elegí estos jugadores”. 

Reconocemos que en esa etapa la clausura del club y el enorme atraso en los pagos a todo el plantel no ayudó con su trabajo. Tenía todo el derecho de irse en busca de mejores rumbos, pero se quedó a pelearla.

Dentro del haber cuenta también el excelente trato brindado a los medios de prensa partidarios. Siempre plena disposición de su parte y de los demás integrantes del cuerpo técnico. Un verdadero placer trabajar así.

En su segundo año Comu sufrió la fuga en masa de casi todos sus titulares; tentados mayoritariamente por ofertas económicas irresistibles de otras instituciones.

Gracias a un mejor presupuesto, y a un esmerado trabajo de los dirigentes, se pudo incorporar a varios jugadores. La mayoría eran de su gusto y de reconocido nivel como A. Medina, C. Villalba y J. Díaz, entre otros. En forma casi unánime aceptaron el desafío porque les seducía trabajar con el "Flaco", a quien aprecian tanto en el plano profesional como personal.

También pudo conservar su cuerpo técnico, formado por gente muy capacitada (su número duplicaba lo que era habitual en Comu).  Sin embargo, ahora la excusa fue “me desmantelaron el equipo.” Salvo una racha de cinco encuentros, todo fue más de lo mismo.

El equipo no le respondía, pero él tampoco lo hacía con sus dirigidos. Cierto autoritarismo y arbitrariedad en el manejo del grupo fue desgastando la relación con parte del mismo

Era habitual que en cada encuentro desplegara hacia sus dirigidos una catarata de insultos.   Nunca son buenos los agravios, pero si son proferidos delante de los familiares y amigos de los jugadores, aquéllos adquieren un sentido negativo ilimitado.

En igual dirección, pocos sabían dos días previos a cada cotejo si eran tenidos en cuenta o no.

Así tenemos, entre muchísimos otros, el caso de Jorge Demaio: titular indiscutido, en la fecha 21º el DT le saca la cinta de capitán a Staino (el Lele se enteró de la situación  por el utilero en la entrada en calor ante Chicago) y se la dio al “Pipi”. Sin embargo en las fechas siguientes el defensor tuvo que ver a sus compañeros desde la platea.  Como era normal, las explicaciones brillaron por su ausencia.  Idéntica situación  se verificó con el ídolo cartero Lucas Banegas.

Otra de las cosas negativas del paso del DT por Agronomía tiene que ver con los chicos de inferiores.  Salvo a uno, en su segundo año dejó libres a todos los que venían entrenando con el plantel; entre ellos inexplicablemente a Diego Torres e Ignacio Pierro.

Sería irrespetuoso juzgar su capacidad profesional. Simplemente las cosas no se les dieron por estos lados.

En fin, punto final para una etapa con un poco más de sombras que de luces. Ahora, a seguir adelante. Hay material de sobra para darle al equipo el lugar que se merece.